Nadie podrá poner en duda que lo sucedido este fin de semana en el mundo del deporte del motor merece algo más que una simple referencia.
Que en la F1 bajo la sauna de Sepang se pierda la hegemonía de Mercedes a manos de Ferrari, que lo haga Vettel en su segunda carrera con el equipo de Maranello y encima doblando en pista a los dos integrantes de su anterior equipo, alguien podría haberlo imaginado.
Si además resulta que unas horas más tarde un “joven piloto” de 36 años llamado Valentino Rossi, gana la prueba inaugural del Mundial de Moto GP en Losail con la misma fuerza e ilusión que lo hiciera el año de su primer título mundial en 1997 cuando corría en la categoría de 125 cc. Tal vez también alguién podría haberlo intuido.
Pero si a todo lo anterior le añadimos que un poco después Juan Pablo Montoya (saca su lado positivo…) y gana la primera prueba de la temporada de las Indy Car Series en St. Petersburg, entonce ya es un verdadero hat trick digno de analizar…
Habría que buscar en los astros, la alineación de los planetas, la fase lunar o en cualquier otro aspecto qué pudo conjurarse ayer para que todo lo anterior sucediera de esa forma.
En cuanto a lo de Ferrari y Vettel, sobran los comentarios frente a una lección magistral de cómo un equipo debe leer una carrera y aplicar de forma correcta la estrategia más adecuada.
Algo que los hombres de Maranello parecían haber olvidado hace muchos Grandes Premios atrás. Pero Ferrari es algo más que una simple escudería histórica de F1 y lo ha vuelto a demostrar.
La llegada de Arrivabene al seno del equipo italiano había despertado más que curiosidad por no decir sarcasmos y risas de quienes en su día cenaban con él en los habituales “Press Days” que Ferrari organizaba en Madonna di Campiglio. Ayer tuvieron que escuchar cómo por la radio mientras Vettel daba la vuelta de honor dedo incide en alto, el propio Arrivabene con voz entrecortada por la emoción gritaba “Ferrari is back”
Lo de Il Dottore fue una lección magistral de pundonor e ilusión, luchando bajo los focos de Losail en lo que se convertiría en un sueño de las mil y una noches que Valentino lleva compitiendo en el Mundial de Motociclismo. Rossi celebró a lo grande su triunfo al estilo de si esa victoria fuera la primera de su gran palmares.
Vale ya ha declarado que se siente con fuerza para defender el liderazgo alcanzado ayer en Qatar todo lo posible, teniendo como meta sumar un nuevo título mundial en el historial de un “mago” al que algunos habrían enviado a casa antes de tiempo.
Y lo de Montoya en las Indy Car Series volviendo a ganar una carrera sobre trazado urbano desde que lo hiciera en Vancouver en el año 1999, antes de desembarcar en la F1, fue la guinda al pastel.
Ese mismo Juan Pablo que tantos “amigos” dejó a su paso por el circo rodante, el mismo que al firmar una gorra miraba antes la etiqueta por si era falsa, ayer volvió a ser el hombre rápido y eficaz que nos “dejó sin palabras” en el mítico circuito de Monza dos años consecutivos.
Primero el 2004 cuando registraba con un Williams BMW FW26 la vuelta más rápida en 1’19.525, y un año más tarde rompiendo las barreras de la velocidad con el McLaren Mercedes Mp4-20 alcanzando los 372,6 Km/h.
Podríamos hacer cientos de especulaciones, análisis, contra-crónicas, comentarios y disecciones de lo ocurrido este fin de semana en estas tres categorías; pero seamos prácticos y quedémonos siempre con lo positivo.
Este ha sido un domingo en el que los “viejos rockeros” han vuelto a sonar con fuerza.
Cuanta razón tenía Jeff Lyne en el año 1983 cuando junto al resto de integrantes de la E.L.O. decían aquello de … “Rock and Roll is King”